Para qué sirve el Messenger o el hi5? Ahí están los más de 100 contactos, los ves conectados, cambiar sus fotos y sus nicks, en suma, sabes que existen, que están y para eso sirve el programita, para saber qué es de la vida de la gente que apenas ves. Pero qué pasa cuando sabes que un contacto nunca más se va a conectar. Y no porque te bloqueó, dilema menor. Sino porque ya es ida.
Hace un poco más de dos años me enfrente a esa situación. Fue la primera vez que sabía que uno de mis contactos ya no existía, que ya no estaba, que se había ido por la puerta falsa, siguiendo la luz roja de escape de la película de su vida. Ahí está su correo abandonado, empolvándose en algún disco duro perdido de alguna computadora insensible a la ausencia.
Nunca ponía su foto en el display, así que no se guarda su imagen en la fría pantalla. Solo ponía su nombre y a veces apellido. Nunca un mensaje, algo a través de lo cual saber qué pensaba, qué sentía, porqué. Sus señales eran más sutiles, se expresaba con sus ojos, con su palabra o con su cuerpo.
Una vez la vi ida antes que se fuera. Esa vez fueron sus ojos. Estaban a un millón de años luz de casa. Otra vez fue su palabra que no decía nada, sólo que algo andaba mal. Y siempre era su cuerpo el que sufría cuando trataba de calmar la tormenta entre sus sienes.
Su historia pasada era tema para el chisme pasado de moda, para la comidilla sin importancia de fábulas que nadie había nunca verificado y que seguro llegaban distorsionadas o amplificadas en el parlante del morbo. Yo viví su historia presente, era la que me importaba.
Creo haber sido de los últimos en chambear con ella. Nos entregó un poco de su alegría exterior. Siempre queriendo ir más allá, pedía lo más difícil, lo que la confrontara con una realidad dura y distante que quería conocer y vivir. Algo buscaba en esas aventuras, alguna verdad perdida que no encontraba, y no encontró. Buscaba en esas otras realidades algo que no encontraba en la suya. Por eso estudió lo que estudió, lástima que no fue psicología o psicoanálisis.
Hasta hace poco no la borraba de mis contactos, un día, hace poco, lo hice, ya no está en mis contactos, ya no la contacto así. Ahora la recuerdo con la amabilidad con que siempre me trató, con sus saludos táctiles y amistosos, y esas ganas de vivir que emanaba de su vida, pero que no fueron suficientes para su muerte.
Hace un poco más de dos años me enfrente a esa situación. Fue la primera vez que sabía que uno de mis contactos ya no existía, que ya no estaba, que se había ido por la puerta falsa, siguiendo la luz roja de escape de la película de su vida. Ahí está su correo abandonado, empolvándose en algún disco duro perdido de alguna computadora insensible a la ausencia.
Nunca ponía su foto en el display, así que no se guarda su imagen en la fría pantalla. Solo ponía su nombre y a veces apellido. Nunca un mensaje, algo a través de lo cual saber qué pensaba, qué sentía, porqué. Sus señales eran más sutiles, se expresaba con sus ojos, con su palabra o con su cuerpo.
Una vez la vi ida antes que se fuera. Esa vez fueron sus ojos. Estaban a un millón de años luz de casa. Otra vez fue su palabra que no decía nada, sólo que algo andaba mal. Y siempre era su cuerpo el que sufría cuando trataba de calmar la tormenta entre sus sienes.
Su historia pasada era tema para el chisme pasado de moda, para la comidilla sin importancia de fábulas que nadie había nunca verificado y que seguro llegaban distorsionadas o amplificadas en el parlante del morbo. Yo viví su historia presente, era la que me importaba.
Creo haber sido de los últimos en chambear con ella. Nos entregó un poco de su alegría exterior. Siempre queriendo ir más allá, pedía lo más difícil, lo que la confrontara con una realidad dura y distante que quería conocer y vivir. Algo buscaba en esas aventuras, alguna verdad perdida que no encontraba, y no encontró. Buscaba en esas otras realidades algo que no encontraba en la suya. Por eso estudió lo que estudió, lástima que no fue psicología o psicoanálisis.
Hasta hace poco no la borraba de mis contactos, un día, hace poco, lo hice, ya no está en mis contactos, ya no la contacto así. Ahora la recuerdo con la amabilidad con que siempre me trató, con sus saludos táctiles y amistosos, y esas ganas de vivir que emanaba de su vida, pero que no fueron suficientes para su muerte.
2 comentarios:
Gracias por hacermela recordar. Que nunca se vaya de los contactos, no de messenger, sino de la memoria. Y que siga echándonos luz como siempre. Un abrazo
Se fue por los aires, a vivir en una ciudad donde siempre hay sol, y donde pueda, finalmente, encontrar la flor de 7 colores. Ella sigue en los msg del alma, donde nadie sera bloqueado y todos tienen fotos y mil cosas felices que contar.
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