Realmente es un placer griego ver unos bellos pies de mujer expuestos al sol andando por las calles en sus sandalias o en sus tacos. Unos pies entacados son una invitación, una puerta abierta a la imaginación, es como ver un cuadro de frutas de estación.
Claro, los puedes observar mejor cuando están detenidos. Odio las combis pero por ahí, a veces, encuentras uno que aligera el viaje, que hace desaparecer al cobrador y su avance avance. Verlos te transporta a un estado en el que no sientes los baches, en el que cada avance o retroceso intempestivo te abre nuevas perspectivas. Los ves de costadito, de frente aprecias la reciente pedicure, de atrás el arco del talón de aquiles. Cada ángulo es una nueva canción: pies descalzos, sueños blancos.
Otras veces me he quedado prendado en un restaurante, en una sala de espera o en la playa (aunque la arena dificulta la contemplación) y hasta en una cola. Un bello pie de mujer siempre te alegra el día, te mejora el ánimo, te devuelve la primavera a cualquier hora y el verano lo atempera.
Ojo: no todos son bonitos. Hay mujeres guapas con pies sin comentarios y mujeres desapercibidas con unos pies de aquellos. Entre los pies que sí son bellos hay variedades, pero en general tienen que ser chicos, pequeños pero no siempre delicados. Hay algunos que son chicos y tienen pinta frágil, son suaves en su caída del flexor hasta los tarsos y metatarsos en un desliz con pendiente poco pronunciada. Otros son más rígidos, un poco más anchos, lo suficiente para no restarles belleza y sumarles fuerza y aplomo. Es la misma perfección que ciertos poetas encuentran en los sólidos tanques. La sólida belleza de los tanques, la inusual y sólida belleza de esos pies.
De atrás para adelante: el talón no puede estar maltratado de ninguna manera, el tendón tiene que ser firme, el tobillo apenas sobresalir, las venas tienen que correr anónimas, el arco en dócil curva, el empeine liso y los dedos, ahhh los dedos. Esas pequeñas maravillas. Me fascina la geometría del más grande al más chiquito. Esa progresión inversa del primer al último tarso no puede ser alterada. Finalmente las uñas tienen que estar muy cuidadas, no importa si con pedicura o sin ella, pueden ser redondeadas o rectas pero siempre bien definidas.
Existe un problema: para observarlos hay que ser cautelosos. La sociedad ha dictado que sea una especie de bajeza, que por verlos te conviertas en un ser digno de psicólogo. Se le ve como algo retorcido y sórdido. Existe una suerte de fetichismo. Mi experiencia no va por ese lado, lo mio es feet-iche, una fruición estética, digna del arte y quién sabe de mejor causa. Causa, apóyame, yo se que eres de mi club. Chicas no me den la espalda, mejor muestren sus pies. Ahora lo saben, pueden ser dos pequeñas obras de arte en la galería de la vida cotidiana.