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4 de febrero de 2007

Amor en silencio


Un día escuché en la radio a unos conductores que lanzaban un segmento de canciones que uno secretamente amaba pero públicamente odiaba. Aquellas que cuando estás con los patas las cambias con una cara de “no hay forma que yo escuche esto”. Pero que en la intimidad de tu cuarto, en la soledad de tus gustos, incluso le das un punto más de volumen y las cantas echado en tu cama pensando en quién sabe qué. Claro, a puertas cerradas.

Aceptémoslo, existen! Ejemplo 1: Temblando de Hombres G. Ahí está esa canción que cuando la ponen en la radio y estas en tu carro cierras las ventanas para que no escuchen que la estas escuchando, que roche, si yo escucho Nirvana y Greenday. Pero ahí está David Summers con su pianito Yamaha y sus escalas básicas, y con su: “pero tuuuuuu solo dices, voy a colgar (pianito otra vez)”, y te ves tarareándola y sufriéndola. Te transporta a la época del cole, esperando la salida del colegio de mujeres, a la tembladera para decirle a la chica que quieres que sea tu pareja de prom y a los nervios al ponerle la orquídea en su vestido. Claro cuando pasa la canción otra vez abres la luna, sacas el brazo y cambias a Radio Grunge y vuelves a ser el maldito de las pistas cuando a lunas cerradas eres el santito que pone radio Felicidad.


Existen y no dejaran de existir! Estarán ahí siempre dando vueltas por las emisoras. Para algunas de ellas existe un desfogue fácil, un lugar donde las puedes cantar a viva voz sin ser censurado por tus patas. Los karaokes. Entonces ahí tienes al pobre hombre dedicándole Santa Lucia de Miguel Ríos a su enamorada, cuando en realidad se la está cantando para él mismo. A menudo me recueeeeeeerdas a mi mismo. Y te ves a ti mismo afuera de la iglesia cantando la misma canción con tu pata que toca la guitarra en el coro parroquial, y las chicas: tócate otra, que es domingo y hay permiso hasta las 10.




Y luego existen para ti! Te compraras el disco, te bajarás el mp3, dirás que querías escuchar Fallen Angel pero ahí también estaba Every rose has its thorn. Con el suspiro inicial de Bret Michaels tú también suspiras. Recuerdas el último lento que bailaste en tu vida. Ahora ya nadie baila lentos. I can still feel so much pain. Antes no entendías la letra, ahora con intermedio 8 ya lo haces y la cantas mientras escribes un post sobre canciones huachafas que secretamente amas.